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martes, 5 de mayo de 2015

Nazis en la Argentina de las mentiras a la verdad

Una tumba en el Cementerio Británico de Buenos Aires, Argentina. Un nombre, el de Carl Peter Vaernet, cuya sola mención provoca escalofríos. Una historia que comenzó con  Adolf Hitler y el Reich de los Mil Años, para desembocar en la frenética búsqueda de fórmulas para la eterna juventud y la "cura" de la homosexualidad. 

                                  
"Me encantó que nuestras almas a través de 28 años de amor ferviente, se fusionaran a Aquel a quien vamos a permanecer unidos por la eternidad.
Gracias y hasta pronto.

Carl"
 
Aquí la historia de Carl Peter Vaernet, el "especialista" y "científico" nazi que, pisando las cabezas de miles de víctimas inocentes, gracias a una trama planificada por los Aliados tras la Segunda Guerra Mundial y culminada por Juan Domingo Perón en la Argentina, le dieron una segunda oportunidad en la vida.
Mucho se ha dicho sobre la llegada de nazis a nuestro país. La red de espías durante la Segunda Guerra. Aunque si bien los hubo, aquellos que actuaban con los políticos de turno o mandaban toda la información que sirviera su país, deambularon sin ningún problema. La idea no fue atacar a la Argentina o apoderarse de los territorios. Sin duda el enclave logístico hubiese sido para Alemania (de haber ganado la guerra) un polo de desarrollo extraordinario para sus fines.
Apoyados incondicionalmente por Perón, ingresaron con toda facilidad y se les abrieron todas las puertas. Pienso que Perón intentó copiar el nacionalsocialismo. Si allá fue mal, acá ni hablemos. Por suerte la guerra no fue para nosotros.
Poco a poco iré comentando momentos históricos del nazismo en Argentina y su relación con las autoridades de la época. Pero existieron personajes, algunos más conocidos que otros. Uno fue Joseff Mengele. El famoso ángel de la muerte. Muchos creen que fue perseguido, buscado por la inteligencia israelí. Nada que ver. El otro fue Carl Vaernet, quien compartiera consultorio con Mengele en la calle Uriarte 2251, en el Barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires (casualmente quien le vendió la propiedad a Mengele fue la madre de un amigo) Mengele tenía su chapa en la puerta, con su nombre verdadero. El otro, Carl Vaernet (hoy enterrado en el cementerio británico) ingresó al país traído por el Dr Carrillo y trabajó para él. Nunca estuvo oculto, a pesar de su brutal currículum en Europa. Continuó su colaboración -esta vez con las autoridades argentinas-en proyectos relativos a la “cura de la homosexualidad”


                               

Por ello la realidad ha sido otra. Las detenciones de Priebke y Eichmann  fueron solo excepciones que confirman la regla: acá y en otros países se hizo lo que convenía, sin importar quienes eran los nuevos residentes, que siguieron con sus vidas. A su vez las autoridades Norteamericanas hicieron también lo suyo, realizaron la Operación Piperclip. Así se llevaron a 1500 científicos, entre los cuales estaban muchos de los que habían participado en los campos. Los rusos se llevaron al resto y nosotros…bueno…la Argentina es muy grande y de corazón abierto…


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