Translate

Después de la tormenta





El final del camino. El dolor al otro. La certeza del sufrimiento. La no ética. El daño causado que vuelve a cada uno. La soledad y el desamparo del ser humano, su propia estupidez. Vivir en el infierno. Profundos pensamientos sin respuestas.



La calma que precede a la tempestad. Todo estuvo allí, en cada nota tibia que el equipo de música desparramaba tan quedamente. Tus ojos claros me observaron con ternura, casi una caricia del aire llegaba hasta nuestra piel en la medida justa del tiempo que corría indiferente hacia nuestro propio fin. Mientras lentamente recorro cada centímetro de tu cuerpo y cierro los ojos solo para absorber hasta el último aliento de tu perfume.

Las noches, los días, los años, ahora en la lejanía inútil del tiempo recuerdo momentos aislados de aquella felicidad acabada. Tantas veces nos reíamos pensando en un futuro que no llego, nos veíamos ya viejos esperando muy lentamente el final. Pero hoy ya no hay un mañana que esperar, nada, solo el vacío último del polvo de nuestros huesos escapándose en el aire. Sin nuestros cuerpos juntos, sin un momento para compartir, sin un sueño para creer. Ahora ya no hay que desear, solo chispazos de emociones de aquellos tiempos. Ahora respiro el aire sin ganas, solo por vivir inútilmente, solo para seguir hasta otro horizonte, sabiendo que más allá solo hay otro y otro. Un vacío frío e inmenso, nada más.

Mi barco navega ya sin ganas hacia cualquier puerto, me da los mismo, ahora sé que no hay un sentido. Y cuando lo hubo, cuando firmemente reíamos acompañándonos, deseándonos, cuando todo era fuego, emoción y tranquilidad no imaginamos jamás que algún día nos miraríamos vos con decepción, cansada y hasta hastiada y yo deshaciéndome como un sol negro en un horizonte de dolor, sin aceptar el desprecio inconcebible, si querer entender que el fin del tiempo llegaba. El duro castigo de saber, de comprender en una explosión intolerable de certeza que te perdía. Entonces cuando de pronto en un café remoto, en algún rincón de la ciudad sin tomarme de las manos dijiste -basta- y volaste sola y lejos, no alcanzaron las suplicas, ni palabras, ni gestos, ni siquiera apelando a tanta vida juntos, que te retuviera ni una noche más. Entonces en el sufrimiento corrosivo de tus terribles palabras y aquella mirada fría y durísima, supe que el destino me alcanzaba riéndose a carcajadas, diciéndome quedamente al oído "se acabó". Ya no era vos ahora esa persona, fuiste otra muy diferente, no aquella que tantas veces llene de calor, de ternura y amor. Cuantas veces te pregunte por que estabas a mi lado y me decías porque sos tan tierno. Aún recuerdo aquella música maravillosa, como tus labios se movían con tanta calidez. Pero en aquel día aciago, en el final de tanto cariño fuiste otro ser, llegado mágicamente de alguna terrible dimensión, abriéndome de un hachazo certero cada nervio, cada fibra. Lo peor llego días después, mientras deambulaba perdido de café en café, cuando caminaba si destino por las calles, en el día más triste de lluvia, te imaginé sin mí y no pude, entonces en un rayo de claridad sentí la culpa dentro muy adentro. Comprendí que mi propio dolor solo había sido causado por mi torpeza, que todas las palabras hermosas que te había dicho no habían servido para nada, ni las caricias ni la pasión. Y me pregunte que es el tiempo, como disfrutamos solo momentos, como no hay eternidad, que todo es transitorio y fugaz. Que cada momento vivido deberíamos haberlo gozado intensamente con la visión de la perdida futura, pero entonces podríamos haber rectificado nuestras acciones. Te habría amado aún más y en lugar de solo alguna compañía y palabras dulces me hubiese encadenado de alguna forma a tu vida, no te habría lastimado una y otra vez.

Ahora en mis días grises aún llegan latigazos de dolor. ¿Qué hacer cuando somos conscientes del mal causado, de la destrucción sistemático del otro? Nunca, jamás supuse que el dolor hecho a otro sería mi propio y absoluto dolor. Que no habría forma de escapar, de volver atrás, de recuperarte.  Quizás la definición más justa de Ética sea la de no lastimar al otro. Lo que yo no hice, entonces no fui ético, te arruiné creyendo que jugaba, que nada pasaría. Poco a poco inicie mi propia destrucción y digo mía porque te seguí amando, más allá de toda posibilidad, y es por eso que la culpa es la lanza en el pecho, la daga en la carne trémula. El frío metal me recuerda cada día que en ese momento nada hice para evitar el fin y también tu sufrimiento

Aquella última tarde en que miraba ya a otra persona dijiste las palabras lapidarias y terribles "yo ya nunca más volveré a ser la misma persona", "ya nuestra vida no es posible". "Me iré olvidando". Las palabras se me quebraron mientras mi alma sin consuelo paso de pronto al infierno. ¿Saben que es el infierno?, en lugar en que yo vivo. Un sitio en donde se tiene total conciencia de estar, se conoce la causa y se sabe que no hay ninguna forma de salir, de escapa, de cambiar la atroz realidad.

En la vida-quizás- por suerte para ellos- hay personas tan simples que sufren menos, como si un animal con el cuero muy grueso sintiera menos la flecha.

Mi dolor crece en lugar de perderse, de deshilvanarse en los días. Nada ni nada puede amenguarlo. A veces en las noches despierto en el sudor de la ausencia e inútilmente vuelvo a verte en los mejores días de nuestras vidas, jugando, caminando, viajando a algún lugar juntos. JUNTOS qué palabra absoluta, es una expresión parcial, acotada solo aun tiempo, a momentos. Nada es para siempre, aunque sí, el dolor causado es completo, irresistible, lacerante y por supuesto definitivo.

A veces en las tardes avanzadas, cuando el día comienza lentamente a retirarse me encuentro en alguna plaza y te veo venir alegre a hacia mí. Me abrazas y nos vamos, tomamos un café, nos reímos de pequeñas cosas, alguna vez te lleve una flor y no alcanzaba, no pude entender que cada pequeña omisión mía me llevaría al abismo y al dolor. Entonces cuando creo volver a tenerte, tu imagen desaparece y no estás. Ahora detrás del cristal mojado por la lluvia veo a un perro que cruza, una señora y un niño. Alguien dice algo en otra mesa. Una pareja se toma de las manos y no estas, nunca, nunca más.

Ahora se en lo profundo del alma, en la certeza más clara que no hay respuestas, que no tenemos certezas, solo oportunidades., y las perdí todas, por no mirar el abismo de tus ojos, lo que tu alma y tus ansias buscaban. No supe, no quise, no hice nada para que el futuro no me encontrara en el infierno.

 Cuando el último final llegue y mis cenizas se mezclen en algún océano, espero el olvido y el comienzo de la nada. Si por el contrario aún me espera atormentadoramente otro suplicio, otra inútil espera en algún espantoso limbo, seguiré llorando nuestros días perdidos, mi culpa por el dolor causado y la certeza imposible de toda redención.

El cristianismo ha dicho al hombre "arrepiéntete Dios en su infinita sabiduría te perdona" ¿Es así de sencillo? Me he arrepentido de cada acción inicua que te hice, cada sencilla palabra que pudo herirte, cada acción que -no me lo decías- te lastimaba, todo lo que no hice por vos y todo lo que hice mal. Claro que me arrepiento. Que no daría por volver atrás con este conocimiento y cambiar el pasado. ¿Y de que me sirve? De nada, es solo una burda excusa de los eclesiásticos cristianos para justificar lo injustificable. Para crear un Dios para sus propios y espurios fines. Nada más que para recaudar más bulas, dividas o propinas. Ningún Dios puede volver el tiempo atrás para que cambie mis acciones, entonces no hay Dios y si lo hubiese, nada haría por mí. Mi dolor es inexorable y definitivamente mío. Y si hay un más allá igual te perdí por mis acciones y omisiones. Por no entender que no basta con un poco de ternura y compañía, que no alcanzan las palabras. Por no entender entonces que eras una persona igual que yo y que necesitabas no ser lastimada.

No, no hay redención. Señores dirigentes de las iglesias ¡váyanse a mentir a sus respectivas madres, si las tienen! Son solo un gran grupo de forajidos vestidos de negro y algunos de rojo. Usan a las gentes por la necesidad de absoluto. La fe que proviene de la esperanza -legítima y necesaria- es usada por ustedes para su propio provecho o el su príncipe. Si Cristo realmente existió nunca pudo haber avalado semejante mentira. No, no hay paraísos más allá. Y si los hubiese de nada servirían si el mal es causado ahora y adrede, si lastimamos al otro. Si acabamos lo más extraordinario que dos seres humanos pueden compartir o dar y que es el amor. No, Dios no nos quiere, si hay algo no es, es un padre benevolente. ¿Cómo podría serlo permitiendo el suplicio de un inocente, la muerte de un hijo o la hambruna de millones? Que estupidez, estamos abandonados a nuestra propia suerte, nosotros -como lo hice yo- arruinándote tu vida y la mía somos absolutamente responsables de nuestras propias acciones, así que, si tenemos un señor creador de tanta belleza, para los humanos en un burdo y loco dictador.

Yo estoy solo, vos estas sola, todos lo estamos. Y lo maravilloso y terrible es que, si nos equivocamos, no solo es para siempre, es definitivo. Si hacemos sufrir al otro el boomerang volverá inexorablemente para golpearnos y decirnos ¡aquí esta tu dolor!, es tuyo y de nadie más. Cuando lo aceptamos estamos acabados.

Dulce, te perdí y tengo mi brutal castigo, pero aun sueño con aquellos días y deseo para vos que mi olvido te llegue pronto, ya que no tuviste culpa alguna en esta pequeña tragedia, por ello que tu dolor se desvanezca de apoco en el tiempo. Quizás y- así lo espero- que tus noches dejen de ser frías y yo solo sea un lejano y mal recuerdo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario